Amarás al
Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con toda tu
fuerza”… ése es el principal mandamiento que nos da el Señor. Amar a Cristo con
todo el corazón implica darle el nuestro y recibir el suyo a cambio, afectando
así nuestra perspectiva de la vida y nuestra visión del futuro. Cuando
aceptamos el corazón del Señor.
Tenemos una
compasión por los perdidos que antes no teníamos, las injusticias nos provocan
ira, el egoísmo desaparece y nace una generosidad nueva que nos lleva a
enfocarnos en las necesidades de los demás, que nos hace darnos cuenta que
tenemos mucho para dar, para bendecir a otros. Y cuando damos sin esperar
recompensa, por el gozo de la compasión, por el gozo de servir, el Señor nos da
más todavía…. ¿Estás dispuesto a amar a Dios con todo tu corazón?.
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