Comúnmente desconfiamos de muchas personas a nuestro alrededor,
estamos pendientes de cuidarnos de aquellos que puedan hacernos daño. En otras
palabras, ubicamos a nuestros enemigos para mantener una distancia para
protegernos.
Nos enfocamos tanto en esto, que no nos damos cuenta de que a veces nuestro principal enemigo somos nosotros mismos. El corazón lleno de emociones y sentimientos nos juega trampas en las que caemos y por ello sufrimos quizás más de lo necesario. En la Biblia, Jeremías 17: 9 dice que "engañoso es el corazón más que todas las cosas".
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