La palabra tentación tiene un significado distinto para cada
persona. Algunos tienen problemas para controlar su lengua, en tanto que otros
batallan con el impulso de usar drogas o de consumir demasiado alcohol. Muchos
luchan una guerra secreta con sus apetitos sexuales.
No importan ni la presión, ni los incentivos, ni los detalles
atractivos, la Escritura dice claramente que nosotros somos los responsables de
nuestro pecado y nadie más. Cuando somos tentados, podemos decir solo no; la
decisión es nuestra. Y pese a la influencia fuerte y negativa de la tentación
podemos hacer la elección correcta con la ayuda de Dios. Al reconocer la
verdadera naturaleza del conflicto, estamos preparados para poner la Palabra de
Dios en acción ante cualquier desafío.
Santiago 1:13-14 dice: "Cuando alguno es tentado, no
diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido".
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