La paciencia es la capacidad de absorber problemas y tensiones sin
quejarse, y no verse afectado por los obstáculos, los retrasos y los fracasos.
Dios permite que tengamos
dificultades, inconvenientes e incluso sufrimientos, con un fin específico: nos
ayudan a desarrollar la actitud apropiada para crezca nuestra paciencia.
Cuando el cristiano ve que esas
pruebas se resuelven en su provecho, permitiéndole alcanzar resultados
convenientes y de refuerzo para su carácter, se prepara el escenario para el
desarrollo de un espíritu paciente.
"Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que
la prueba de vuestra fe produce paciencia. Más tenga la paciencia su obra
completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa
alguna" (Santiago 1:2-4).
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